Aunque la Navidad ya estaba
y el feliz lo has puesto tú
al volver a casa.
Todos sabíamos que no habría fiesta
sin una de tus sorpresas.
Que casa es donde tu estés.
Eres la sonrisa mas bonita
que ha visto y verá Praga.
Mi hombro favorito -para llorar y lo que surja-.
Los mejores abrazos del mundo,
mis palabras más sinceras
y la alegría de la casa.
Por esto, más bien, mi casa eres tú.
Mi refugio contra el frío,
mi refugio contra el miedo.
Y pienso en la suerte que tengo
cuando escucho tu risa por el pasillo,
esa risa contagiosa que sabe colarse
por cada grieta de la casa.
A 24 de diciembre
solo puedo decirte que te quiero
y que no sabes cuanto me cuesta
dejarte ir otra vez.
Que aun quedan muchos sitios
que merecen ver tus ojos
y la suerte la tienen ellos.
Feliz Navidad.
Puedes poner el feliz cuando quieras.
Estaba claro que no podía acabar el año
sin escribirte, Susana.
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